1. MATCH POINT (Woody Allen).- El protagonista de este filme, un tenista mediocre, alcanza por medio del crimen lo que no puede lograr a través de la competencia limpia. Su caso ilustra el del capitalismo contemporáneo, que hace a un lado los principios éticos del humanismo liberal y proclama los del darwinismo social para maquillar su naturaleza depredadora. El "match point" es precisamente ese punto crítico que antecede a la salvación o la derrota. Y en ese punto es que estamos.
2. SAFE (Todd Haynes).- Un mundo sin inmigrantes, sin enfermedades tercermundistas, sin mataderos industriales, sin basura: tal es el mundo-burbuja de Safe, que explica en gran medida la utopía higiénica de la ultraderecha americana. Todos los problemas que aquejan al primer mundo -alergias, ansiedades, padecimientos físicos y económicos- comienzan en las fronteras, hervideros de gérmenes y bárbaros que en la fantasía reaccionaria parecen brotar del subsuelo como en cierta novelita de Orwell.
3. DEMONLOVER (Olivier Assayas).- El límite entre las corporaciones y las diferentes mafias internacionales aparece en este filme como una línea tenue. Las transacciones financieras, la pornografía virtual, la trata de blancas, el mercado de las películas snuff, el narcotráfico, se hallan mezclados en un circuito de horror cuyos hilos clandestinos son los del capitalismo.
4. NEW ROSE HOTEL (Abel Ferrara).- Franco Berardi habla de la nueva clase financiera como una clase invisible, anónima, sin patria ni residencia fija, que ha perdido el sentido humanista que reposa en los valores de la comunidad y tiene como religión exclusiva el dinero. En este filme de Ferrara, esa clase invisible, anónima y ubicua, se insinúa en los representantes de una corporación multinacional cuyos misterios parecen tan insondables como los del cielo.
5.-PRINCIPIO Y FIN (Arturo Ripstein).- Un filme sobre la desintegración de la clase media en México, aunque el drama se aplica al mundo entero. Sería interesante releer esta película a la luz de lo que acontece hoy en México. Cuando Ripstein la filmó, aun no se había consolidado la fusión del estado con el crimen organizado.
6. CACHÉ (Michael Haneke).- Los fantasmas del colonialismo invaden la vida cotidiana de una familia burguesa parisina. El contenido político del filme lo potencia el modo en que articula historia y coyuntura. Es increíble la manera en que Haneke transmite la intensidad de los conflictos raciales en Europa por medio de una simple escena callejera.
7. MILLENIUM MAMBO (Hou Hsiao-Hsien)- Desesperanza, soledad, alienación, son los signos del paisaje urbano de la moderna Taiwán, tan idealizada por los profetas de la economía informal. La película no solamente ofrece un cuadro desgarrador de las metrópolis donde se confunden la mafia y el capitalismo popular, también es un experimento hipnótico visualmente poderoso. Casi estoy tentado de afirmar que su inicio es el más memorable en mi experiencia cinéfila.
8. THE NEON BIBLE (Terrence Davies)- Este es un filme de gran belleza formal. Pero esa belleza no impide que nos gane el desconsuelo. Aquí la religión aparece con toda su siniestra ambiguedad, dejando una huella dolorosa e insuperable en el alma infantil. Davies es un milagro del cine británico, tan mermado por ese realismo pedestre que es casi un sello nacional de estilo.
9. TWO DAYS, ONE NIGHT (Dardenne brothers)- Desde el título la película denuncia el carácter deshumanizante del capitalismo actual, que le impone su ritmo productivo incluso al fin de semana. Si antes era un tema común la alienación como consecuencia del trabajo automatizado, ahora ya se reconoce la estrecha relación entre el ritmo productivo y la descomposición mental de los trabajadores. En este filme, el nexo entre ansiedad, depresión y producción capitalista parece ofrecer solamente dos caminos: la salvación por medio de la solidaridad política o el suicidio.
10. JOY OF MAN'S DESIRING (Denis Coté).- La película de Coté es un acontecimiento minúsculo. Sin agenda política clara, el cineasta y su equipo se meten en una decena de factorías canadienses y allí filman la rutina en que interactúan obreros y máquinas. La magia procede de la rara inserción de un tono teatral sobre el final del filme, y de su última imagen (un niño tocando el violín para los obreros). Hemos asistido a la transformación de la fábrica en proscenio, y hemos visto a los obreros mutarse en actores. La creatividad, solamente la creatividad puede anular la esclavitud del espíritu que promueve la maquinaria laboral capitalista. Un gran filme.
(Foto de portada: Demonlover, de Olivier Assayas)